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Entre
las actitudes que debe tener un investigador se destacan la actitud moral que
se refiere a la honestidad y a la responsabilidad que debe asumir el
investigador en el ejercicio de sus actividades.
La
actitud reflexiva que se refiere al sentido crítico con que el investigador
debe desarrollar su trabajo de análisis de fuentes, a la atención detallada que
debe prestar en la detección y selección de los problemas implicados en su
investigación, a la postura juiciosa para llevar a cabo la comprobación de sus
hipótesis, de las diferentes actividades involucradas en el proceso de la
investigación.
La
actitud objetiva se refiere a la disposición con que debe contar el
investigador a fin de estudiar y enfocar las fuentes de conocimiento tal como
son. Hace referencia a la imparcialidad intelectual y a la independencia de
criterio para juzgar los datos y los pensamientos ajenos.
Esta
cualidad, por estar basada en un criterio realista, nos remite a la capacidad
de autocrítica que debe tener el investigador a fin de reconocer y corregir
errores.
El
investigador debe tener la capacidad de innovar, de crear algo nuevo a partir
de los elementos existentes. Basándose en una gran variedad de fuentes que
pueden generar ideas de la investigación, entre las cuales se encuentran
experiencias individuales, materiales escritos, materiales audiovisuales,
teorías, conversaciones personales, entre otras…
Con
el objetivo de integrar la información adquirida a través de los sentidos, en
una estructura de conocimiento que tenga sentido para la persona.
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